Conflictos y guerras del siglo XIX
Los conflictos internos de la región durante el siglo XIX determinaron la dirección del desarrollo de cada país y también revelaron los intereses y necesidades del momento histórico. Lee a continuación la descripción de tres de estos conflictos para observar las consecuencias culturales, políticas y económicas de estos enfrentamientos.
La Banda Oriental, Brasil y Argentina
Durante la época de la independencia, los países de esta región competían por controlar la tierra y el comercio. Uruguay (conocida como "la Banda Oriental" porque ocupaba la orilla oriental del Río de la Plata) se situaba entre tres poderes importantes: los españoles, los bonaerenses y los brasileños. Aun cuando era obvio que los españoles no podían mantener su control sobre la colonia uruguaya, Buenos Aires quería disminuir la influencia de Montevideo en el comercio transatlántico. Por su parte, los brasileños también pensaban que el colapso del virreinato español era una buena oportunidad para expandir sus fronteras. A consecuencia de esto, Argentina y Brasil lucharon entre sí y contra los uruguayos para controlar la tierra. Los argentinos derrotaron al general uruguayo José Gervasio Artigas en 1816, pero después fueron expulsados por los brasileños. En 1821, Uruguay fue anexionado a Brasil, aunque su incorporación al reino portugués duró poco tiempo. Los treinta y tres orientales, un grupo revolucionario uruguayo exiliado en Argentina, volvió a Montevideo en 1826 y proclamó la independencia de Uruguay. Cuando su declaración fue aceptada por Argentina, estalló la guerra plena entre las Provincias Unidas del Río de la Plata (Uruguay y Argentina) y Brasil. Este conflicto duró hasta 1828, cuando Brasil y Argentina autorizaron la instalación de un gobierno independiente para la república uruguaya.
Tanto los argentinos como los brasileños fueron tremendamente agresivos en aquel conflicto y la fundación de la república uruguaya indica que ninguno de los dos países ganó plenamente el conflicto. Las fronteras que separaban al mundo hispanohablante del mundo luso-hablante eran importantes, pero a menudo confusas. Después de 1828, Uruguay siguió participando en los conflictos internos de Argentina y Brasil. Todos los países latinoamericanos dependían del comercio internacional y Uruguay competía con Argentina por dominar el mercado del ganado. Brasil todavía necesitaba conseguir su independencia y tenía que controlar el comercio, junto con las otras colonias portuguesas. De este modo, ninguno de los tres países podía separarse completamente de la tríada. Estas relaciones de dependencia a veces producían tensiones, sin embargo, también facilitaron la creación de una de las alianzas más importantes de la historia latinoamericana: la triple alianza.
La guerra de la Triple Alianza (1864-1870)
Casi cincuenta años después de las guerras de independencia, los países del Cono Sur habían desarrollado sus economías y fuerzas armadas de maneras diferentes. Paraguay, después del gobierno autoritario de Gaspar Rodríguez de Francia, fue gobernado por Carlos Antonio López y, a partir de 1862, por su hijo, Francisco Solano López. Un hombre ambicioso, Solano López quería tener más influencia y poder en la región. Paraguay y Uruguay eran aliados contra los intereses expansionistas de Argentina y Brasil, por lo que Solano López empezó a hacer amenazas agresivas contra Brasil por sus intentos de manipular la política uruguaya. Cuando Solano López atacó Brasil en 1864, cruzó la frontera argentina para hacerlo, lo cual provocó una respuesta militar por parte de los dos países. Unido a Brasil y Argentina en este conflicto estaba, paradójicamente, Uruguay, convencido de que sus intereses estaban más en línea con sus países vecinos que con Paraguay. La Guerra de la Triple Alianza (también conocida como la Guerra de Paraguay) fue un conflicto absolutamente devastador para el pueblo paraguayo. Además de perder entre el 60 y 70% de su población (incluyendo el 90% de la población masculina del país), Paraguay tuvo que ceder gran parte de su territorio a Brasil y Argentina. Los grandes poderes terminaron la guerra con mucha energía y continuaron sus campañas militares e industriales dentro de sus propias tierras.
La guerra del Pacífico
Al otro lado del continente, la economía chilena crecía con calma gracias a sus riquezas mineras. El país no experimentó tantas irregularidades políticas durante el siglo XIX, principalmente porque la clase alta mantuvo la paz a través de un sistema de control muy rígido. A lo largo del siglo XIX, Chile desarrollaba su industria minera en la zona norte, donde Bolivia y Perú también estaban exportando los nitratos que financiaban el crecimiento de sus países. Esa competencia por el guano (la fuente principal de los nitratos) marcó el inicio del conflicto que causó la Guerra del Pacífico (1879-1883). Bolivia no tenía la capacidad de luchar contra los otros países y decidió formar una alianza con Perú. En las batallas entre las armadas, Chile tuvo ventaja y destruyó a Perú. El resultado más problemático para el futuro de la región fue la transferencia de la provincia de Antofagasta a Chile, que hizo que Bolivia perdiera su Acceso al mar y con él los medios para importar y exportar productos a otros países. Perú también perdió mucho de su orgullo nacional. Sin embargo, Chile siguió creciendo como una de las economías más fuertes de América Latina.