Rigoberta Menchú: “Así me nació la conciencia”
Rigoberta Menchú Tum es una activista que lucha por los derechos humanos de los pueblos indígenas en Centroamérica, especialmente de los indígenas guatemaltecos. Menchú pertenece al grupo maya-quiché de Guatemala y fue la primera persona indígena en participar en la formación del Grupo de Trabajo sobre poblaciones indígenas en la ONU (UN).
A principios de los 80, Menchú escribió un testimonio en el que detalla la trágica historia de opresión indígena que se prolongó durante cuarenta años en las zonas rurales de Guatemala. En su libro, Menchú narra la represión que durante este período llevó a más de 150.000 muertes de campesinos, entre ellos, miembros de su familia.
Paso 1
Todos escuchan la entrevista del reportero Larry Rohter en NPR y responden a las siguientes preguntas.
- ¿Cuáles son algunas de las contradicciones entre el testimonio de Rigoberta y la investigación del antropólogo David Stoll?
- ¿Por qué dice Larry Rohter que estas contradicciones disminuyen la efectividad del mensaje que los grupos de derechos humanos han transmitido a través de los años?
- ¿Cuál fue la reacción de Rigoberta ante estas acusaciones?
Paso 2
Lee el siguiente fragmento de su testimonio con atención. Luego, contesta las preguntas que encontrarás a continuación. No te olvides de traer tus respuestas y notas para compartirlas en clase.
- Según el testimonio de Rigoberta Menchú, ¿quién comía mejor: ella o el perro? ¿Cuál es su intención al compartir este ejemplo?
- ¿Cómo se describe la Biblia y a los curas y monjas en este texto? ¿Por qué te parece que la Biblia era vista como un elemento subversivo?
- ¿Cuáles son las muertes violentas que se describen en este fragmento de su libro? ¿Quiénes mueren y cómo?
- De acuerdo a Menchú, ¿cuál fue el rol que tuvieron los militares en estas muertes?
- ¿Cómo se siente Rigoberta al contar esta historia?
- ¿Por qué dice al final que, cuando se enteró de que su madre estaba muerta, se sintió satisfecha? ¿Qué opinas de esta reacción?
Así me nació la conciencia
Del “Capítulo XIV: Sirvienta en la capital.”
Entonces, me llamaron. La comida que me dieron era un poquito de fríjol con unas tortillas bien tiesas. Tenían un perro en la casa. Un perro bien gordo, bien lindo, blanco. Cuando vi que la sirvienta sacó la comida del perro, iban pedazos de carne, arroz, cosas así que comieron los señores. Y a mí me dieron un poquito de fríjol y unas tortillas tiesas. A mí eso me dolía mucho, mucho, que el perro había comido muy bien y que yo no merecía la comida que mereció el perro...
Del “Capítulo XXIII: Tortura y muerte de su hermanito quemado vivo junto con otras personas delante de otros miembros de la comunidad y familiares.”
Desde el primer momento, le amarraron las manos atrás, y empezaron a empujar a puros culatazos. Caía mi hermano, no podía defender la cara. Inmediatamente, lo que primero empezó a sangrar fue la cara de mi hermanito. Lo llevaron por los montes donde había piedras, troncos de árboles. Caminó como dos kilómetros a puros culatazos, a puros golpes. Cuando ellos lo dejaron, ya no se veía como una persona. Toda la cara la tenía desfigurada por los golpes, de las piedras, de los troncos, de los árboles, mi hermano estaba todo deshecho. Lo sometieron a grandes torturas, golpes, para que él dijera dónde estaban los guerrilleros y dónde estaba su familia. Qué era lo que hacía con la Biblia, porque los curas son guerrilleros. Ellos acusaban inmediatamente a la Biblia como un elemento subversivo y acusaban a los curas y a las monjas como guerrilleros. Mi hermano estuvo con muchos cadáveres ya muertos en el hoyo, donde no aguantaba el olor de todos los muertos. Había más gente allí, torturada. Allí donde estuvo, él había reconocido muchos catequistas que también habían sido secuestrados en otras aldeas y que estaban en pleno sufrimiento como él estaba. Mi hermano estuvo más de dieciséis días en torturas. Había también una mujer. La habían violado y después de violarla, la habían torturado. Inmediatamente, mi madre se comunicó a través de otros medios y yo regresé a casa. Tenía mi hermano tres días de desaparecido cuando yo llegué a casa. Más que todo consolando a mi madre, porque sabíamos que los enemigos eran bastante criminales y no podíamos hacer nada, pues. Si íbamos a reclamar, inmediatamente nos secuestraban. Ella fue los primeros días pero la amenazaron y le dijeron que si llegaba por segunda vez, le tocaba lo que a su hijo le estaba tocando. Y ellos dijeron de una vez a mi madre que su hijo estaba en torturas, así es que no se preocupara.
Llegamos allí. Ya había mucha gente desde temprano. Niños, hombres, mujeres, estaban allí. Minutos después, el ejército estaba rodeando a la gente que lo estaba presenciando. Había aparatos, tanquetas, jeeps, había todas las armas.
Entonces mi madre se acerca al camión para ver si reconocía a su hijo. Cada uno de los torturados tenía diferentes golpes en la cara. O sea, llevaban diferentes caras cada uno de ellos. Y mi mamá va reconociendo al hermanito, a su hijo, que allí iba entre todos. Los pusieron en fila. Unos, casi estaban medio muertos o casi estaban en agonía y los otros se veía que sí, los sentían muy, muy bien. El caso de mi hermanito, estaba muy torturado y casi no se podía parar. Todos los torturados llevaban en común que no tenían uñas, les habían cortado partes de las plantas de los pies. Iban descalzos.
Yo, no sé, cada vez que cuento esto, no puedo aguantar las lágrimas porque para mí es una realidad que no puedo olvidar y tampoco para mí es fácil contarlo. Mi madre estaba llorando. Miraba a su hijo. Mi hermanito casi no nos reconoció. O quizá... Mi madre dice que sí, que todavía le dio una sonrisa, pero yo, ya no vi eso, pues. Eran monstruos. Estaban gordos, gordos, gordos todos. Inflados estaban, todos heridos. Y yo vi, que me acerqué más de ellos, la ropa estaba tiesa. Tiesa del agua que le salía de los cuerpos.
El caso de mi hermanito, estaba cortado en diferentes partes del cuerpo. Estaba rasurado de la cabeza y también cortado de la cabeza. No tenía uñas. No llevaba las plantas de los pies. Los primeros heridos echaban agua de la infección que había tenido el cuerpo. Y el caso de la compañera, la mujer que por cierto yo la reconocí. Era de una aldea cercana a nosotros. Le habían rasurado sus partes. No tenía la punta de uno de sus pechos y el otro lo tenía cortado. Mostraba mordidas de dientes en diferentes partes de su cuerpo. Estaba toda mordida la compañera. No tenía orejas. Todos no llevaban parte de la lengua o tenían partida la lengua en partes. Para mí no era posible concentrarme, de ver que pasaba eso. Uno pensaba que son humanos y qué dolor habrían sentido esos cuerpos de llegar hasta un punto irreconocible. Todo el pueblo lloraba, hasta los niños. Yo me quedaba viendo a los niños.
Y decía el capitán, éste no es el último de los castigos, hay más, hay una pena que pasar todavía. Y eso hemos hecho con todos los subversivos que hemos agarrado, pues tienen que morirse a través de puros golpes. Y si eso no les enseña nada, entonces les tocará a ustedes vivir esto. Es que los indios se dejan manejar por los comunistas. Es que los indios, como nadie les ha dicho nada, por eso se van con los comunistas, dijo. Al mismo tiempo quería convencer al pueblo, pero lo maltrataba en su discurso. Entonces los pusieron en orden y les echaron gasolina. Y el ejército se encargó de prenderles fuego a cada uno de ellos. Muchos pedían auxilio. Parecía que estaban medio muertos cuando estaban allí colocados, pero cuando empezaron a arder los cuerpos, empezaron a pedir auxilio.
Cuando se acabó el fuego, cuando nadie sabía qué hacer, a veces daba miedo de ver los torturados quemados y a veces daba un ánimo, valor para seguir adelante. Mi madre casi se moría de tanto dolor. Abrazó a su hijo, platicó todavía con el muerto, torturado. Lo besaba y todo, quemado. Yo le decía a mi mamá: vámonos a casa. No podíamos ver... No podíamos seguir viendo a los muertos. No era tanto la cobardía de no verlos, sino que era una cólera. Era algo que no se podía soportar. Entonces, toda la gente prometió darle sepultura cristiana a todos esos torturados y muertos.
Del “Capítulo XXVI: Secuestro y muerte de la madre de Rigoberta Menchú. Rememorando a su madre.”
Fue secuestrada mi madre y desde los primeros días de su secuestro fue violada por los altos jefes militares del pueblo. Y quiero anticipar que todos los pasos de las violaciones y las torturas que le dieron a mi madre los tengo en mis manos. No quisiera aclarar muchas cosas porque implica la vida de compañeros que aún trabajan muy bien en su trabajo. Mi madre fue violada por sus secuestradores. Después, la bajaron al campamento, un campamento que se llamaba Chajup, que quiere decir abajo del barranco. Después, mi madre estuvo en grandes torturas. Desde el primer día la empezaron a rasurar, a ponerle uniforme, y después le decían, “si eres un guerrillero, ¿por qué no nos combates aquí?”. Y mi madre no decía nada. Pedían a mi madre, a través de golpes, decir dónde estábamos nosotros. Y si daba una declaración, la dejaban libre. Pero mi madre sabía muy bien que lo hacían para torturar a sus demás hijos y que no la dejarían libre. Mi madre no dio ninguna declaración. Ella defendió hasta lo último a cada uno de sus hijos. Y, al tercer día que estaba en torturas le habían cortado las orejas. Le cortaban todo su cuerpo parte por parte. Empezaron con pequeñas torturas, con pequeños golpes para llegar hasta los más grandes golpes. Las primeras torturas que recibió estaban infectadas.
Desgraciadamente, le tocaron todos los dolores que a su hijo le tocaron también. La torturaban constantemente. No le dieron de comer por muchos días. Mi madre, de los dolores, con las torturas que tenía en su cuerpo, toda desfigurada, sin comer, empezó a perder el conocimiento, empezó a estar en agonía. La dejaron mucho tiempo y estaba en agonía. Para mí era doloroso aceptar que una madre estaba en torturas y que no sabía nada de los demás de mi familia. Nadie de nosotros se presentó. Mucho menos mis hermanos. Pude tener contacto con uno de mis hermanos y él me dijo que no había que exponer la vida. De todos modos iban a matar a mi madre como también nos iban a matar a nosotros. Esos dolores los teníamos que guardar nosotros como un testimonio de ellos, y que ellos nunca se expusieron cuando también les pasaron los grandes sufrimientos. Así fue cómo tuvimos que aceptar que mi madre de todos modos tenía que morir.
Claro, para nosotros, cuando supimos que mi madre estaba en plena agonía, era muy doloroso, pero después, cuando ya estaba muerta, no estábamos contentos, porque ningún ser humano se pondría contento al ver todo esto. Sin embargo, estábamos satisfechos porque sabíamos que el cuerpo de mi madre ya no tenía que sufrir más, porque ya pasó por todas las penas y era lo único que nos quedaba desear, que la mataran rápidamente, que ya no estuviera viva.
Paso 3
En el año 1992, 500 años después de que los españoles llegaran a América, Rigoberta Menchú recibió el Premio Nobel de la Paz por su trabajo en favor de la justicia social y la reconciliación entre los diferentes grupos étnicos de Guatemala. Mira el siguiente documental, titulado “Lucha contra corriente”, en el que Menchú habla de su vida y de su trabajo como persona intercultural. Mientras ves el documental, toma notas de las cosas que te parecen interesantes. Lleva tus apuntes a clase.
Luego, en clase, contestarás las siguientes preguntas.
- ¿Cuál es su nombre y su fecha de nacimiento de acuerdo al mundo indígena? ¿Cuál es su nombre y su fecha de nacimiento de acuerdo al mundo occidental?
- ¿Por qué prefiere el nombre M’in al nombre Rigoberta? ¿Quién le dio ese nombre? ¿Qué pensaba su madre de su nombre occidental?
- ¿Qué cuenta Rigoberta sobre su madre y su padre? ¿Cómo se sostenía su familia?
- ¿Cuáles son las cosas que le enseñaron sus padres? ¿Cuáles son las cosas que le enseñaron las monjas?
- ¿Qué dice Rigoberta del universo maya?
- De acuerdo a Menchú, ¿cuándo comenzó la lucha en su vida? ¿Cómo fue para ella aprender el idioma español?
- ¿Qué piensa ella de traducir la cultura maya a una lógica occidental?
- ¿Por qué cree ella en el mundo intercultural? ¿Por qué se considera un producto de varias culturas?